La colaboración de la sanidad privada a la sanidad pública, imprescindible para la sostenibilidad de los sistemas de salud
cuantitativo de cómo se financian los sistemas de salud europeos más exitosos revela la importancia del gasto sanitario privado. Economías como Alemania, Francia y Reino Unido destinan alrededor del 2% de su PBI a este gasto. Incluso en países nórdicos como Suecia y Dinamarca, donde el papel del Estado es fundamental, el gasto privado en salud alcanza el 1.6% del PBI, una cifra nada desdeñable. En países como España y Portugal, este porcentaje asciende al 3%. Estos datos refuerzan la idea de que la participación de la sanidad privada es clave para la sostenibilidad de los sistemas de salud.
Recientemente, tuve la oportunidad de asistir en Madrid a un encuentro de expertos organizado por las fundaciones Economía y Salud y Ortega-Marañón, donde se discutió el futuro de la sanidad española y la colaboración público-privada. Un dato relevante es que de los 100 mil millones de euros que se destinan a financiar la salud en España, 37.3 mil millones provienen del gasto privado, lo que representa una contribución significativa. Esto, a pesar de que los servicios públicos de salud son reconocidos por su buena calidad, como es el caso del sistema madrileño, vasco y, anteriormente, el catalán, afectado por la intromisión política en su gestión.
Es importante destacar que del gasto total privado, el 73% es asumido por las familias, mientras que solo el 27% es cubierto por las empresas. Esto significa que la colaboración privada, en gran medida, se refiere a las familias que, a pesar de cotizar en la seguridad social, buscan complementar sus servicios con opciones privadas.
La sanidad privada en España desempeña un papel crucial en la obtención de los resultados sanitarios que el país muestra a nivel internacional. En este ámbito, se gestionan el 35% de las urgencias, el 49% de las resonancias magnéticas, el 39% de las mamografías y el 24% de las tomografías (TAC). Estas cifras invitan a una reflexión profunda sobre cómo el sector privado puede complementar eficazmente al público, mejorando tanto la oportunidad como el acceso a los servicios de salud.
Además, la relevancia de esta colaboración se ve reflejada en los conciertos sanitarios, acuerdos en los que los servicios públicos de salud, bajo criterios de objetividad y eficiencia, contratan a entidades privadas para garantizar una atención sanitaria oportuna y de calidad. Según Carlos Rus, presidente de la ASPE (Alianza de la Sanidad Privada Española), el 61% de estos conciertos se dirigen a servicios hospitalarios. Sin embargo, las listas de espera continúan creciendo debido a la falta de optimización de recursos y procesos de gestión en los servicios públicos.
La sanidad privada en España no solo complementa al sistema nacional de salud, sino que también contribuye a su sostenibilidad, habiendo invertido en infraestructura clave. Por ejemplo, dispone de 1,700 quirófanos (el 37% del total en el país) y 1,200 camas UCI (el 20%). Con estos recursos, el acceso, la oportunidad y la calidad de las atenciones podrían mejorarse significativamente. Lo que falta es superar la barrera ideológica que asocia lo privado con segmentación y desigualdad. La salud debe estar por encima de consideraciones ideológicas; lo que realmente importa es que el sistema funcione de manera eficiente, priorizando el acceso, la oportunidad y la calidad de los servicios. Europa nos demuestra que el pragmatismo es clave al organizar un sistema de salud, donde lo público y privado no son rivales, sino aliados complementarios.
Aunque algunos prefieran la sanidad privada o partan de una ideología que abogue por la sanidad pública como garante absoluto, un análisis



